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A las 6 y pico

Comella Firmet

Notición en A LAS 6 Y PICO

Notición en A LAS 6 Y PICO Encontrado el hermano chino de Pokito. Se dice que pudiera llamarse TAN DAO VIEN

Teléfono de aludidos : 062 Preguntar por San Visalentín

* Gentileza de Ediciones Guallavito (Comella Firmet)

El poderoso

El poderoso Desde luego él era el jefe, de eso no había duda. O al menos era lo que se le dejaba creer. Él pensaba que dominaba la situación. Que lo tenía todo controlado. Yo, a fin de cuentas, no era nadie en su inmensa estructura … En su organización, tan perfecta.

Era uno más, eso sí.

Supongo que para él era insignificante, pero no nos vamos a engañar, a la vez necesario. La verdad es que yo estaba muy harto de esa situación. Llevaba días planteándome salir de allí. Dar el gran "campanazo", por así decirlo … Estaba a punto de explotar. No estaba nada a gusto y aquello no se iba a sustentar mucho tiempo más.

Aunque claro, no podía dar la nota así por las buenas, tenía que controlarme. Aquella semana había sido muy mala, habían habido muchas tensiones. También había que ser un poco comprensivo, el hombre casi no había ni comido, había estado muy estresado y nervioso gestionando multitud de detalles para una reunión muy importante, que precisamente en ese momento estaba acabando. Y claro, no era buena ocasión para una cosa así. Estos temas era mejor tratarlos en privado.

Mientras, el hombre disimulaba, pero sabia perfectamente que yo estaba al limite de mi aguante, seguro que me lo había notado. Pues yo era transparente. Era un de mis tantos defectos de mi ser... No podía disimular. Supongo que él estaría nervioso porque de sobras se lo estaría viendo venir, no era tonto. De repente se empezó a inquietar un poco más, se sonrojó levemente incluso. Estaba incomodo.

Yo me crecí entonces. Podía ser insignificante en su vida pero si decidía despedirme de una forma poco discreta sé que él querría que se le tragara la tierra ya que quedaría realmente mal delante de sus nuevos clientes. ¡Menudo era el tío! Ego centrista y presumido … Egoísta. Un nuevo rico, alguien que sólo pensaba en quedar bien y en el qué pensarán.

Yo sabía de otros compañeros que se habían despedido con poco estilo y haciendo mucho ruido … Echando pestes … Pero nunca ninguno delante de tanta gente y en una situación tan comprometida. Yo podía darle entonces una lección … De hecho mi forma natural de ser y de actuar era más fuerte que mi voluntad … Y quizá por mucho que lo intentara al final no podría contenerme. ¡Menudos aires de grandeza tenía yo también!

La reunión marchaba bien. Eso seguro. Estaba siendo un éxito total. Pero él no las tenia todas consigo. A medida que pasaban los minutos su incomodidad e inseguridad iban creciendo, yo entonces estaba tan salido que ya me importaba todo un pimiento. Si la “liaba” le serviría de curita de humildad … Aprendería que no todo se puede controlar en esta vida … Que algo puede fallar, que se han de cuidar todos los detalles. Y que aunque no me tuviera en cuenta podía estropearle el día y la existencia con un solo desaire mío.

Yo sabía que apretaba el culo (con perdón de la expresión), sus ojos estaban fuera de órbita, le sudaban las manos. No sabía ni como ponerse en la silla. Una gota de sudor enorme empezó a resbalarle por la frente, haciendo esquí alpino en sus entradas. Le había cambiado la cara. Él sentía que yo la “haría” muy gorda, su intuición era un hecho.

Yo no podía con mi alma. Él pensó que levantándose y paseando por la sala se le pasaría el mal rato. Yo estaba en mi salsa, disfrutando. Y estaba tan a punto de caramelo que no pudo pasar un segundo más cuando, antes de que él pudiera volver a sentarse dejara ir el pedo más escandalosamente sonoro y putrefacto que se había tirado en mucho tiempo.

Y ese fue mi final, un claro ejemplo de la triste vida de cualquier gas, como yo.

* Autora : Comella Firmet

Por ella

Por ella 22 de Mayo de 1996.

Olvidado diario:

Hoy por fin, voy a volver a ser yo mismo, el yo de antes, sí, en este preciso instante puedo jurar que no voy a dejar de escribirte nunca más, porque por fin me he dado cuenta de que no me podía seguir haciendo tanto daño a mí mismo, bueno..., a mí mismo y a mis seres queridos.
La he abandonado, voy a comenzar una nueva vida sin ella, porque puedo hacerlo, estoy seguro de ello. Quizás suene un poco cruel, después de lo que hemos pasado juntos, pero es lo que más me conviene sin lugar a dudas, sí... Ahora sí que no tengo ninguna duda, la cruel era ella que me hacía la vida imposible sin que me diera por aludido, me hacía enceguecer y me apartaba de todo lo que quería, y quiero..., además me engañaba... Encima me engañaba, la muy..., me enzurronaba, me hacía creer que todo iba a ser mejor a su lado, se aprovechaba de mi desdichada situación y me hacía olvidar de mis espeluznantes y tristes problemas con su consuelo. Me atrapó, y de qué manera..., me sedujo como el diablo nos seduce con sus mañas, con todas sus armas: Su olor, su textura, sus vivos colores y sus formas...

Me hacía olvidar, lograba que me sintiera distinto, mucho menos desgraciado sobretodo... Yo pensaba entonces que ella había sido creada y pensada para mi boca, para mis labios que como si estuvieran poseídos la buscaban en todos los rincones. Primero todo empezó como un juego, pero con el tiempo, sólo le era fiel a ella, me olvidé de mi estupenda esposa, le hice tanto daño..., la dejé..., la dejaba sola por las noches mientras yo hundía mis gozos y pensamientos en el regazo de la otra. Con los días empecé a cambiar, me había vuelto otra persona. Y ella, para que no me cansara nunca, para que no la aborreciera, se citaba conmigo a distintas horas del día, en lugares insospechados, y cambiaba a menudo de imagen, jugaba a este juego porque vio que le daba resultado y me retenía a su lado. Un día iba de rubia, otro me provocaba teñida de rojo burdeos, muchas noches se mostraba fría, otras..., se me calentaba sola, sin casi darme cuenta, pero no por eso dejó de tenerme atrapado con su característico magnetismo. Cada noche acudía a su terreno, noche tras noche, algunos días como te he explicado antes, la veía a otras horas, pero no tardó en exigirme que quería más, que me quería para ella sola, a todas horas, querías poseerme en cuerpo y alma..., yo cedí a sus encantos nuevamente. No iba al trabajo, no jugaba con mis hijos, me cambió aún más el temple, sobre todo cuando no estaba con ella, y cuando lo estaba no era yo...
Incluso pensé en el divorcio, quería separarme de mi esposa..., pues no podía vivir sin la otra, loco andaba a su encuentro, sin pensármelo, y era feliz. Por unas horas era feliz, luego..., más tarde me daba cuenta de que quizás me estaba equivocando, y la idea del divorcio tenía menos furia en mis pensamientos. La vida me hacía daño, y ella era la única que me albergaba y me comprendía, ¡hum!, la única que me endulzaba, ella me recogía y me emborrachaba con su dulce miel. No era amor..., pero la deseaba como un desquiciado, que equivocado estaba diario, como pude caer en su trampa. ¡Cuántas cosas he dejado por ella, he tirado mi vida por el maldito retrete! ¿Cómo voy a recuperar a mi mujer ahora? ¿Y a mi familia?
Pero ya está, ya se han acabado esos días en que sólo me importaba estar con ella, a solas o con más gente, daba igual, pero no sin ella. Lo que más me gustaba es que nunca me pedía explicaciones de ningún tipo, nunca, ella se apoderaba de mí sin preguntar nada, accedía siempre a mi voluntad y a mis deseos..., me embriagaba tanto...
Pero hoy, hoy por fin puedo decir que la he dejado... He dejado la bebida.

* Autora : Comella Firmet
El Cuentista
Ediciones Guallavito